La confianza en la Policía Nacional sigue en crisis



Ciudadanos preocupados por abusos policiales: la confianza en la Policía Nacional sigue en crisis

Santo Domingo. – Los constantes abusos policiales y los atropellos a ciudadanos dominicanos mantienen encendidas las alarmas en la opinión pública, mientras se agudiza la desconfianza hacia la Policía Nacional. Diversos sectores sociales denuncian que la institución del orden se ha convertido, en lugar de garante de la seguridad, en un motivo de temor para la población.

La propia ministra responsable del área ha reconocido que no existe aún una reforma estructural en marcha, aunque sostiene que el mandato del presidente es claro: que los dominicanos puedan volver a creer en su Policía Nacional. Sin embargo, la realidad en las calles demuestra otra cosa.

La ciudadanía cuestiona cómo confiar en una institución que acumula denuncias de violencia innecesaria, detenciones arbitrarias y actuaciones desproporcionadas frente a civiles. Para muchos, los llamados de cambio se han quedado en el discurso oficial, sin que la vida cotidiana del pueblo refleje una transformación tangible.

Una policía que intimida en vez de proteger

Los testimonios de ciudadanos resaltan un sentimiento común: la policía, en lugar de ser sinónimo de protección, representa miedo. Desde retenes abusivos hasta episodios de brutalidad documentados en barrios y comunidades, la percepción es que la autoridad utiliza su poder para imponerse, no para servir.

Expertos en seguridad y derechos humanos coinciden en que la falta de controles internos, la impunidad y la ausencia de sanciones ejemplares mantienen intacto un patrón de abuso que socava la credibilidad institucional.

La crítica social: confianza rota

Más allá de las promesas, la realidad es que el ciudadano dominicano no cree en la Policía Nacional. La gente espera más que discursos: exige hechos concretos que muestren un verdadero compromiso con la transparencia, el respeto a los derechos humanos y la seguridad ciudadana.

Mientras tanto, cada nuevo caso de abuso fortalece la idea de que las autoridades no han entendido la magnitud del problema. Y la pregunta sigue en el aire:
¿cómo podrá el pueblo creer en una institución que aún no logra mirarse a sí misma y asumir que necesita un cambio real?

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